Otra vez más... después de un montón de tiempo estoy de vuelta (a ver si esta es ya la definitiva y recupero el ritmo).
La tarta que os traigo hoy es genial para estos calores (no necesita horno); muy fresquita, muy poco dulce pero con mucho sabor y muuuuuy facilita de hacer.
Vamos con la receta:
Necesitas:
- 1 Rulo de galletas (María, Digestive, Rosegones; desde que una amiga me recomendó los rosegones los utilizo prácticamente siempre, ¡¡¡Probadlos!!!...)
- 70 gr de mantequilla.
- ½ litro de nata mínimo 35% de materia grasa.
- 250gr de leche entera.
- 280 gr de leche condensada.
- 9 hojas de gelatina.
- Canela al gusto.
Manos a la Obra:
Tritura las galletas (reserva unos 30gr y añádeles la canela)y mézclalas con la mantequilla fundida; tiene que quedar con un aspecto como de arena mojada.
Cubre un molde (intenta que sea desmoldable) con la mezcla de galletas y mantequilla presionándolo bien (para este tipo de tartas hace tiempo que me dí cuenta de lo útil que resulta un alisador de fondant; se adapta a las paredes del molde y tiene suficiente superficie para permitirte presionar y dejarlo todo bien compacto)
Mezcla la nata, la leche y la leche condensada. Ponlas a fuego medio durante unos 12 minutos sin dejar de remover para evitar que se pegue, teniendo cuidado de que no suba de 90º C (si no tienes termómetro, simplemente ten cuidado de que no hierva).
Retira del fuego e incorpora la gelatina escurrida y mezcla hasta que se disuelva por completo.
Deja atemperar un poco y vierte sobre la mezcla de galletas.
Mete en la nevera y una vez bien frío espolvorea con la mezcla de galleta molida y canela que reservaste al principio.
Decora a tu gusto, en mi caso con unas florecitas hechas con chocolate plástico y decoradas con gotitas de sirope de maíz y purpurina.
¡¡¡¡Y DISFRUTA!!!!